martes, 27 de enero de 2015

Reconstrucción III. Secretos y confesiones.

Por experiencia, pienso que en determinados momentos y situaciones nos volvemos algo irracionales, instintivos, aprensivos o cobardes.

A veces aparcamos nuestra realidad y la pintamos de rojo, nos dejamos dominar por la ira y permitimos que nos mande el miedo. Nos volvemos fieles a la ironía y apóstoles del despotismo. Utilizamos piedras disfrazadas de palabras, maquillamos gestos con sonrisas y vendemos miradas envueltas en papel de regalo, como si mirar a los ojos hoy en día fuera pecado. Y entonces somos adultos jugando a ser niños.

Otras veces somos hojas, somos tierra y somos río, somos lo que somos por inercia. Nos permitimos que el timón lo lleve el corazón y ciegamente avanzamos por precipicios oscuros y vacíos. Depositamos esperanzas en cartillas vacías, vendemos nuestra fe por cuatro caricias y nos dedicamos a ser acróbatas de la realidad. Y entonces somos niños jugando sólo ser nunca jamás.

Unos esclavos del miedo y los otros de la ambigüedad, unos creyentes confesos y los otros sólo fieles al azar, pero ambos perdidos en el miedo, solitarios ambulantes en calles opuestas sin ningún cruce a la vista, pero si con un punto final. Buscamos respuestas a preguntas que siempre han estado ahí, pero por darle prioridad a la velocidad olvidamos cómo llegar. Pensamos en que lo mejor es no pensar, que el momento está por encima del ya vendrá, que los días pasan sólo si nos impulsamos cuando vamos de la mano y que las noches sólo son si el dormir es una excusa para bailar.

Pasamos entonces el día sentados viendo un vaso medio lleno, y si se vacía lo volvemos a llenar. Nos aferramos a no querer aceptar que cargamos demasiado para lo que podemos llevar, que ni somos Hércules, ni Sansón y mucho menos Super Man, que por querer llegar antes nos hemos perdido en algún desvío, y que de ser esto una carrera hace mucho que la habríamos perdido.
Preguntamos al destino, abordamos las injusticias como un castigo, somos mártires de la duda, somos filósofos en buscas de respuestas... Nos frustramos tanto que sólo somos obviedad, destellos de despechos errantes y brujos sin una bola de cristal.

Y de la nada nos damos cuenta que no hay mejor respuesta que el silencio, pero no hay promesas más vacías que esas que no tienen cimientos y que no hay ley alguna entre ladrones de sentimientos. Supongo que lo mejor es vivir rodeado de ignorancia, sin razón, sin corazón y sin Dios alguno que nos mande, porque yo llevaba conmigo 496,1726 preguntas para ti, y tu por no llevar, no me llevabas ni guardado a mí.

domingo, 25 de enero de 2015

Reconstrucción II. Los presentimientos y resentimientos.

Tras varias noches de insomnio he llegado a la obvia conclusión de que nacemos siendo una masa latente de dudas, deseos y preocupaciones. Todo empieza cuando somos pequeños, nos encargamos de desarrollarlo a medida que crecemos y terminamos viviendo encerrados en una irremediable necesidad de llenar siempre unos vacíos que nos creamos nosotros mismos. Nos empeñamos en vivir en una búsqueda sin cuartel para aspirar a todo lo aspirable, nos emocionamos cuando nos imaginamos a nosotros mismos tocando lo intocable y nos damos de bruces cuando las dificultades nos ahogan y no nos dejan llegar a nuestro destino.

El problema en cuestión es ese, que por momentos nos olvidamos que somos inmortalmente frágiles y no plegamos las alas a tiempo. Nos acostumbramos a tropezarnos en la misma piedra, nos olvidamos del precio de volar y acabamos hipotecándonos a cualquier abismo sin red que se presente.
Desconozco los motivos. Me agrada pensar que somos unos adictos a la adrenalina y unos psicópatas del peligro, pero no, en realidad somos gilipollas, por lo menos yo.

Nos gusta tanto sentirnos vivos, que a veces nos olvidamos de los peligros y de lo vulnerables que podemos llegar a ser, y creo hacemos bien, porque aunque duela, nunca viene mal un poco de guerra entre tanta paz, algo que nos recuerde que no todo es un corazón latiendo, pero ojo, que sea sólo en pequeñas dosis.
Todo cambia cuando nos vemos superados, y entonces preferimos auto engañarnos, "caerse es bueno", "el dolor nos hace más fuertes", pero nos equivocamos. Nos hemos acostumbrado a excusar al dolor, y no deberíamos, es algo natural. Cuando el dolor llega dejamos que el viento sople hacia donde queremos, nos dejamos llevar y hacemos una montaña de hojas secas que envuelven entre excusas la verdad, porque en realidad no queremos darnos cuenta que tanta agitación oculta nuestro mayor error, que es querer sin miedo a las consecuencias.

Es entonces cuando aprendemos a generalizar para bien y para mal, o todo el mundo es bueno o todo el mundo es malo, nos cuesta encontrar un término medio, y nos preocupamos más por las apariencias, por lo que queremos ver y creer en lugar de lo que en verdad es. 
Somos ciegos de nuestros presentimientos, dejamos que nos venden los ojos los resentimientos, las dudas y los miedos, vivimos dando explicaciones por nuestras acciones, nos dejamos coaccionar, cortar las alas y encerrar en jaulas de sin sentido. Pasamos a ser sólo unos observadores de nuestro a día a día, peones, marionetas sin alma. Pero qué esperamos, es el precio que debemos pagar a veces por soñar.
 
A pesar de todo soy egoísta conmigo mismo, un soñador nato, un Ted Mosby, un Peter Pan, y no voy a permitir que me hagan dejar de creer o que me prohiban soñar, ya no. No pienso caer en ningún círculo de resentimientos, en ningún juego sucio que tenga que tener un sólo ganador. Que cada uno cargue con sus miedos, que de mis sueños me encargo yo.
 



viernes, 23 de enero de 2015

Reconstrucción I. Los sentimientos.

Hasta donde tengo entendido, o por lo menos hasta donde me explicaron, escribir es la mejor forma de liberarse de los fantasmas que a veces nos atormentan.
Personalmente, yo llevo varios años sin escribir, se me había olvidado tener miedos, ya que en mi caso, a medida que he ido creciendo, he llegado a pensar que era inmune a todo, me he acostumbrado a tirar una moneda al aire y a tener como costumbre que siempre salga cara. El problema viene cuando sin esperarlo sale cruz. 

Nadie espera levantarse un día y encontrarse de repente con todos tus esquemas rotos, destrozados. Es impensable que una perfecta rutina se transforme en una apática forma de subsistir, donde cada palabra se carga de chispas y cada frase es un terremoto escondido que despierta un volcán a punto de estallar. Es jodido darte cuenta que pasas de compartir sueños a vivir pesadillas, y que por mucho que cierres los ojos con fuerza mientras te llenas de esperanzas, todo sigue igual. Ese es el problema, que todo ha sido igual.

Pensamos que vivimos en una utopía hasta que nos damos de bruces con la realidad, y es ese golpe el que precisamente nos aporta un punto de vista desconocido. Y es que sin darnos cuenta toda la parafernalia que nos montamos con el día a día no hace más que consumirnos, porque cada abrazo o beso negado, cada gesto egoísta o cada palabra fuera de lugar nos ofrece una realidad que aunque la neguemos rotundamente, y que por mucho que nos esmeremos en ponernos una venda en los ojos y quitarles peso o darles un valor inferior al que se merecen, nos van a llevar siempre al mismo callejón sin salida. Y es que lo que no puede ser, no es.

Da igual que se intente buscar un culpable, que haya ya uno o se prefiera repartir las culpas, porque justo desde el preciso momento en que nos damos cuenta de que algo no cuadra, es cuando nos esforzamos por interiorizar, por buscar soluciones, por querer compensar o intentar que nos compensen todas las faltas, y de la nada, sin darnos cuenta acabamos eligiendo un bando. Es entonces cuando nos empeñamos en montarnos una guerra, en tirarnos piedras a los tejados y cuchilladas al corazón, de repente se olvida el tiempo y hace presencia el espacio, nos dedicamos a rompernos las costuras amargamente y nos centramos en construir muros a nuestro al rededor. Nos olvidamos de ser dos, y pasamos a ser uno, y acabamos dejando de lado la complicidad y la sustituimos por el orgullo.

Pero en toda guerra siempre hay víctimas. El perdedor en este caso, deberá encargarse de ir por el camino recogiendo sus pedazos, tendrá que intentar remendarse, "reconstruirse", buscar una forma de coexistir con la frustración de verse perdedor y a la vez perdido. Porque no hay nada peor que ese vacío, ese espacio interior que se encuentra en el limbo como un puzzle sin acabar. Ese vacío tan amargo y espeso que nos lleva a la inquietud, a la desesperación, a que cada sentimiento se multiplique, a que el medidor se dispare, nos convertimos en una bomba de relojería que ha perdido el minutero, y nos dedicamos a la autodestrucción. Puta autodestrucción. Bendito el momento en que el azar decidió que sea cruz.


viernes, 1 de abril de 2011

Caminos.

Hay caminos y caminos, y jamás podremos ser capaces de elegir uno u otro sin pensar qué sería de nosotros si elegimos el otro, morimos de ganas de saber el qué y el cómo, anhelamos tener más opciones, rogamos por recibir una opinión externa y muchas veces nos vemos obligados a aprender de los errores tras limpiarnos la mierda de las zapatillas y el sudor de la frente.
Jamás sabremos si es azar o un simple capricho del destino el que estemos donde estamos y que hagamos lo que hacemos, nos corroe la duda y estamos llenos de preguntas, ideas van y vienen y no somos capaces de aclararnos.
Hay veces en las que tenemos miedo a elegir más caminos, quizás porque somos algo cabezotas o porque simplemente somos unos locos.
Pero adoramos vivir con nuestra locura porque es nuestra firma, nuestra marca de autenticidad.
Porque nos gusta el camino más escaparpado, solo por vicio, por puro vicio, y porque nos gusta el dolor, nos hace sentir vivos.

lunes, 21 de marzo de 2011

Los sueños, sueños son.

Todos soñamos alguna vez con cosas que hemos olvidado y nos sorprendemos mucho cuando al abrir los ojos vemos que solo es eso, un sueño.
Por un breve momento nos sentimos arropados por esos sueños y por esas locas ideas qe cada uno tenemos en nuestra cabecita, y entonces nos ponemos en pie solo para dar tumbos por esos rincones donde no somos capaces de dinstinguir la realidad con la fantasía.
Entonces nos preguntamos si existe una unión, un lazo que va más allá de lo físico, un algo que hace que en mundos paralelos seamos compatibles, complejos y eternos, llamadme loco, pero más de uno lo ha sentido, esa sensación de que aquí es un adios pero que en otro momento y otro lugar es un hasta luego, quizás es eso, que este no ere ni el momento ni el lugar.
Y entonces, terminamos por abrir los ojos del todo, y nos da por parpadear una vez, dos, tres veces, cuatro... y entonces es cuando nos sale esa sonrisilla sarcástica e irónica que tanto nos caracteriza, y soltamos un:
- "¿Pero qué coño...?"
Si, lo sabemos, ya somos grandecitos como para andarnos con tonterías. 
Lástima, ya lo dijo Calderón de la Barca en su día, que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

viernes, 18 de febrero de 2011

Hoy llueve.

Yo soy de los que adora mojarse.
Soy de los que cuando llueve no tiene miedo a que las gotas golpeen mi cuerpo.
Tampoco me da vergüenza ir sin paraguas.
No me asusta no ver a más de tres metros desde donde estoy.
Porque me gusta esa sensación de no tener ni puta idea de dónde estoy y qué pasa a mi alrededor.
Dudar me hace sentir vivo.
Estar mojado me hace sentir vivo. Me despierta, me espabila, me da alas.
Esa dulce sensación de andar a contra viento, con el agua en tus mejillas, con la música a todo volumen y sentirse libre.
Ese sentimiento de inmortalidad, de que nada ni nadie puede herirme ni hacerme daño, de que dominas el tiempo y el espacio a tu gusto, de que eres tú quien decide el camino a seguir.
Andar sin destino, sólo donde el viento me lleve y estar orgulloso de que cada paso que doy es el paso que quiero dar.
Porque los obstáculos los pongo solo yo.
Porque da igual cuanto tenga que andar, si quiero llego.
Y porque por mucho que llueva, jamás de los jamases dejaré de sonreír.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Bye Bye 2010

Yo soy de esas personas a las que le gusta pasear entre muchas luces, solo para pensar que el sendero que cruzo no está tan oscuro. Puede que en el fondo siga siendo un soñador, un ser "piterpanesco", que vive en su nunca jamás, tumbado en una hamaca, con mi campanilla susurrándome al oído que crecer es malo, suplicándome que me quede velando sus sueños en un mundo utópico donde el mejor de todos es el más niño.
Ahora, creo que las cosas han cambiado, después de todo, crecer es lo normal, pasan los días, las semanas, los meses y los años, y cada vez que me miro al espejo, no me veo mal, tenía miedo a no saber crecer, a que quizás sea como un Dorian Gray encerrado en pleno siglo 21, capaz de vender su alma solo por la inmortalidad.
Me veo fuerte, me reconforta verme sonreír sin miedo, no ha sido un año fácil, he aprendido a valorar lo que tengo, más que a pensar en lo que tuve, y veo, que todo va mejor, ahora soy yo de nuevo.
Pero el mérito no es mío, el mérito es de toda esa gente, los que siempre están, los que han venido, y por qué no, también los que se han ido, y que han sido un apoyo brutal para mí, diciendo gracias, me quedo corto.
Simplemente, esto es la vida, y aunque el año no ha sido bueno del todo, tampoco ha sido malo, me quedo con las sonrisas y con las lágrimas por igual, porque ahora si que si, puedo gritar, que soy feliz.
Resumiendo, feliz año a todos, a los que me quieren, a los que me odian, a los que les soy indiferente y a los que no me conocen, que este año que empieza, cada uno sea feliz a su manera, que tengáis suerte y salud, que el tiempo cure todas las heridas y que nadie os robe la sonrisa.